EN EL BARRIO ITATI DE QUILMES, DENUNCIAN ESTADO AUSENTE Y PRESENCIA NARCO

 Quizás sea el mejor periodista de policiales de la actualidad. Es quilmeño y hoy cubre información para el diario La Nación y el canal La Nación+. Se trata de Gustavo Carabajal, que publicó una interesante nota el pasado domingo con el título: Un barrio de Quilmes, jaqueado por la ausencia del Estado y la presencia del narco.

Y recuerda el homicidio del estudiante Carlos Sánchez Paredes días pasados, que a su entender expuso y  una grave falla estructural: la ambulancia no llegó en auxilio porque no se consiguió protección policial.

Comienza contando la historia de los dos detenidos por el asesinato y sostiene que empezaron a drogarse un viernes a la noche en el kiosco de paco que funciona en la adyacencia de la esquina de las calles Misiones e Ituzaingó, en el barrio Itatí, en Bernal, distrito de Quilmes.

Consumieron durante toda la madrugada el sábado 8 de junio a las 6.20 y se quedaron sin dinero para comprar mas droga. Rorro y T. decidieron caminar una cuadra y media para robar a los vecinos que a esa hora salían a trabajar o como en el caso de Carlos Sánchez Paredes, se dirigían a estudiar.

A media cuadra de la intersección de Misiones y Falucho, los acusados, Rorro y T., de 24 y 16 años respectivamente, le cortaron el paso a Sánchez Paredes, quien salió de su casa para tomar el colectivo a la avenida Montevideo para llegar a la estación de Don Bosco y luego abordar el tren a La Plata, donde debía rendir un parcial en la universidad (estudiaba ingeniería).

En ese momento, sigue diciendo el periodista, uno de los asaltantes le pegó con un hierro en la cabeza al joven estudiante y se apoderó del celular. El chico quedó ensangrentado en la vereda. Agonizaba y los delincuentes huyeron por Misiones a Ituzaingó para comprar mas droga. 

Enseguida Gustavo Carabajal cuenta que Rorro es vecino de la víctima, vive enfrente y en diagonal al kiosco de paco.  El otro, el menor llamado T., vive en Ezeiza. Los dos se drogaban y salían a robar para seguir consumiendo.

ITATI Y SUS FALENCIAS

A partir de aquí la nota incursiona en la radiografía del barrio Itatí, donde el Estado está ausente. No entra la policía y las ambulancias no ingresan si no son escoltadas por patrulleros. "Los remiseros no entran en el barrio porque los asaltan. Los delincuentes piden viajes por aplicaciones y cuando llegan los conductores les roban. Por eso, tenemos que caminar varias cuadras hasta laguna de las avenidas para abordar algún auto o tomar un colectivo" comentó Jorge, un vecino que vie dos cuadras hacia el interior del asentamiento.

En este contexto se produjo el asesinato de Carlos Enrique Sánchez Paredes. Dice el periodista que a pesar del asesinato la presencia policial resulta escasa y que recorrió el barrio y observó n9ngúnn móvil en situación de patrulla del barrio. Apenas, en la esquina de Dardo Rocha y Los Andes había una camioneta estacionada de la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI). A un costado del vehículo, sobre la mita de la calzada, había dos conos con luces intermitentes. Según loso vecinos el móvil policial no está todos los días en el lugar.

La información agregó que el crimen dejó al descubierto un dato desolador: la ambulancia nunca llegó a atenderlo porque no había ningún patrullero para acompañar a los paramédicos, que solo van a esa zona peligrosa cuando están acompañados por uniformados para evitar ataques y robos.

VENTA DE DROGA

Otro tema preocupante es que en el asentamiento, delimitado por el Acceso Sudeste, la avenida San Martín, Dardo Rocha y Montevideo funcionan una serie de puestos de venta de droga que constituyen focos de delitos, principalmente robos de celulares cometidos por adictos que buscan los teléfonos para cambiarlos por estupefacientes.

"Los narcos y los asaltantes corrieron a la policía del barrio Itatí. Dentro del barrio, en la zona de La Cava, una sucesión de casillas instaladas en una pendiente que se precipitan 300 metros hasta el fondo del poo. Allí viven mas de 15mil habitantes en casas sin medianeras, entre pasillos de no más de un metro de ancho.

En ese pozo, que se formó a principios de los 70 para alimentar los terraplenes del Acceso Sudeste, los narcos encontraron terreno fértil para cortar y vender droga. Por la complejidad del terreno, sumamente inclinado y la estrechez de los pasillos que separan las frágiles casas, la policía no entra. El único vestigio de la presencia de la fuerza de seguridad provincial está en el fondo del pozo. Allí, desde hace seis años se instaló un destacamento móvil que funcionaba en un contenedor, que se convirtió en el blanco de los constantes ataques a balazos de los vendedores de droga.

La nota termina diciendo que los vecinos del barrio Itatí reclaman mayor seguridad en esa zona de Quilmes. Realizaron una protesta en los últimos días para visibilizar l ausencia del Estado. A la familia Sánchez Paredes se le asignó una consigna policial. Los kioscos de droga siguen funcionando y alrededor se mueven como siempre los consumidores que roban a vecinos parea sostener su adicción".

Como se ve una nota muy intensa para describir una situación, como para que la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza por un lado y el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, por el otro -debe saberlo porque su ministro de Gobierno es quilmeño, Carlos Bianco- tomen cartas en el asunto y dispongan las medidas de seguridad necesarias para que no se repita lo que le ocurrió al joven Sánchez Paredes.


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