AQUEL 28 DE JUNIO... SIN CONGRESO, SIN TAQUIGRAFOS... LA CAIDA DE ILLIA...

 Por Eduardo Menescaldi 

Sucedió un martes, un día como hoy pero de 1966. Una asonada militar, en tiempos de golpes, decidió derrocar al gobierno del radical Arturo Umberto Illia, con la adjetivación de la denominada revolución argentina y la consigna del "país que quedó atrás", según pregonaba el mentor Roberto Roth, quien le redactaba los discursos al jefe del golpe, el general Juan Carlos Onganía.

Decían que la institucionalidad había quedado perimida y con el argumento de las arma pretendían justificar la decisión. Derrocar al presidente elegido por el pueblo en 1963 e instaurar el orden ... social, económica y recién mucho tiempo después... democrático.

Es cierto que el doctor Illia, junto al vicepresidente Carlos Perette, habían ganado las elecciones con apenas 22 por ciento de los votos, porque el peronismo estaba proscripto.

A Illia lo acusaban de lento y se había viralizado la imagen de la tortuga, que desde la prensa se alentaba con mucho veneno. El semanario Primera Plana era el principal gestor para confundir a la opinión pública con las exageradas críticas al gobierno. 

En ese semanario estaba el periodista-abogado Mariano Grondona, que terminó siendo el autor del famoso comunicado 150, en el que se pretendía justificar la decisión del golpe.

Ese martes 28 la denominada revolución argentina arrasó con las instituciones de la democracia, empezando por el poder ejecutivo, siguiendo con el legislativo. Se cerró el Congreso, se disolvió por única vez en la historia los cuerpos de taquígrafos de ambas cámaras -Senado y Diputados- y se lanzó una campaña en  la que se pretendía hacer creer a la ciudadanía que la política y todo lo relativo a ella eran malas palabras.

En el libro El país que quedó atrás, escrito el año anterior, el doctor Roberto Roth quería justificar con fundamentos la decisión de romper el orden constitucional.

Los capítulos del libro hablan de la oligarquía, el campo, los partidos políticos, el peronismo, la milicia, las ideas en dos capítulos y el final.

Veamos lo que decía el doctor Roth en el último capítulo, apelando a la historia y su visión de los hechos. "Que la Plaza de Mayo se llenara en 1930 a fuerza de surtidores de nafta es tan falso como pensar que se llenó en 1945 para lograr un aumento de sueldos o la concesión del aguinaldo, y en 1955 para dejar de pagarlos.

"Cuando la memoria y la idea se manejan como términos auténticos, y esta es subordinada a aquella para explicar el movimiento de las piezas en el tablero, la visión que se obtiene es parcializada e irreal. Es una distorsión intelectual pesimista de lo que somos, que veda el paso a lo que seremos, porque prescinde de las fuentes principales de nuestro vigor.

"La materia sal mas a la vista que la idea. La materia es estadísticamente computable,  medible, tabulable, se la hipoteca y se la prenda; se la legisla y se la condena; se la compra o se al vende. Forma un mundo maleable, dúctil, operable, de acceso fácil pero de consecuencias limitadas porque la especie que la mantiene en pie es la idea.

Cuando el intelecto rehúsa el mundo de las ideas para enfrascarse en el de la materia, completa una subordinación que lo limita al ámbito de esta. Entra en el  mundo de las balanzas de pago, las estadísticas de exportación y los indices de ocupación de mano de obra. La idea se retrae y se esconce o pasa desapercibida, y con ella la parte mas importante de nuestra realidad.

Por esta vía podamos las alas del país y la reducimos a factoría, aunque después no se extrañe que no remonte vuelo. La visión del extranjero se hace una con la del nacional y ambas disputan el cargo de síndico de la quiebra, con lo que nuestro problema se reduce al reparto de la masa. ¿Hasta cuándo?".

Ese golpe del 28 de junio se resumía en estas expresiones del general Onganía: "La Argentina campestre, la Argentina fácil, el país de las vacas y del trigo, ha quedado atrás".

Con estas palabras se pretendía justificar un atentado a la Constitución y a la República, para generar otro golpe de Estado -los anteriores fueron el 16 de setiembre de 1955 con el derrocamiento de Juan Perón y en 1962 con lo propio del presidente Arturo Frondizi, después de miles de planteos-, lo que en esos tiempos era moneda corriente en el país. Diez años después del 66 llegó el terrible golpe del 24 de marzo de 1976, con el llamado proceso de reorganización nacional, con su secuela de terror, desaparecidos, torturas ... y todos los males habidos y por haber.

ARREPENTIMIENTO

Los militares llegaron ese 28 de junio a la Casa de Gobierno. César Perlinger fue el encargado de pedir al presidente Arturo Illia que dejara el poder porque las fuerzas de la revolución habían decidido romper el orden institucional.

Hubo un diálogo histórico que vale la pena repetir. Porque Perlinger le explicó la situación a Illia, quien le advirtió al militar el error histórico que estaba cometiendo, adelántalo que tarde o temprano se iba a arrepentir de su actitud.

Así ocurrió con el correr del tiempo, porque diez años después el teniendo coronel Perlinger le envió una carta al doctor Illia y le reconoció que estaba acertado y se arrepentía de haber cumplido esa orden de desalojo del presidente de la Casa de Gobierno.

Pasaron 58 años de aquel golpe de un aciago martes de junio de 1966 y si bien hoy es apenas un recuerdo histórico, porque llevamos mas de cuatro décadas de democracia, nunca hay que olvidar lo que alguna vez paso y que significó un enorme retroceso en la historia política de nuestro país.


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